miércoles, 24 de junio de 2009


¿Quien si no bajo la falda perentoria mira caer la lluvia?
( Atribular un cerro con puntos inasibles)
Unos ojos cercanos para imprecar un tornillo abandonado,
una mesa,
un angel caido
con el rostro aprensivo
de los corros al fuego
donde persisten los duendes
que insisten en tu piel
y en la inclinada muerte
abducida,
abyecta,
torpemente celestial
de las paredes enanas.

1 comentario:

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Es un poema precioso y misterioso.
Muy lindo
besos y amor
je